Oliver Rousteig hizo un homenaje a los 90's, esa década en la que las anchas hombreras seguían dando forma triangular e intimidante a las mujeres.
El director creativo de Balmain, siempre a la vanguardia, completó este look noventoso con largos y contundentes zarcillos. Los rombos y finos cinturones también marcaron el desfile, así como la mezcla de cuero con tejidos mas frescos como algodón y brillantes como la seda. Destacaron también piezas realizadas en rafia con el popular entramado propio de las sillas de jardín; lo que convertía a cada vestido en un objeto de culto.
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